¡Viva Maracaibo libre!


Maracaibo amaneció con un alborozo inusual, superior al común que regía la vida de la ciudad-puerto. Ruido de cornetas y tambores, repiques de campanas, cohetes al cielo y gritos de júbilo.

"¡Viva Colombia!" era la consigna: la capital del Lago pasaba a ser parte de la república de la Libertad.



Era 28 de enero de 1821 y el plan del coronel Francisco Delgado, urdido junto con Domingo Briceño y el general Rafael Urdaneta, se había cumplido a la perfección. La "Muy Noble y Leal" ciudad se quitaba su traje real y se colocaba la capa republicana, sin vidas segadas y con la astucia como arma principal.

Delgado ejercía como Gobernador encargado de la provincia que vivió en relativa paz cuando el resto de la Capitanía General de Venezuela se desangraba en la guerra. El levantamiento de 1810 en Caracas no tuvo reacción en la costera Maracaibo, entonces con poco más de 12 mil almas viviendo de la ganadería y el comercio. De hecho, cuando la Junta Suprema de la capital envió a sus comisionados para tratar con los de la ciudad del Lago, éstos fueron hechos presos, encerrados en el Castillo de San Carlos y enviados posteriormente a Puerto Rico como conspiradores.

Hasta aquel 28 de enero, los movimientos en pro de la Independencia en la ciudad-puerto fueron pocos, y sofocados no por vía de las armas, sino por la vía de la delación. Así cayeron, uno a uno, las conspiraciones del mulato Francisco Javier Pirela a fines del siglo XVIII; la de Briceño (hermano del furibundo "Diablo" Antonio Nicolás, fusilado en la era de la Guerra a Muerte), Luis Ignacio Mendoza y José Antonio Almarza; o la de la Escuela de Cristo, en 1812.

Rafael María Baralt indica, en su Historia de Venezuela, que "el interés mercantil en unos, en otros el deseo de ascensos, en todos el hábito de la sumisión y reverencia a España, y la bienandanza general que el país gozaba, habían formado una opinión general y decidida contra las recientes novedades" independentistas.

Sin embargo, las conquistas de Guayana y Bogotá en San Félix y Boyacá, por las fuerzas que capitaneaba Simón Bolívar, hicieron pensar en que el momento de Maracaibo estaba cerca. Urdaneta, el hijo más preclaro de la ciudad, lugarteniente del Libertador en el occidente, ansiaba volver a pisar su tierra natal.

Detenida la guerra por el armisticio entre Bolívar y el comandante general de España en Venezuela, Pablo Morillo (entrevista de Santa Ana, en 1820), Urdaneta vio la situación apropiada para anexar a su amada ciudad a la república.

El hijo de los hacendados Miguel Gerónimo Urdaneta y María Alejandrina Faría comandaba las fuerzas patriotas acantonadas en Trujillo. Y desde allí se puso en contacto con el hermano del Gobernador realista Delgado, el oficial José María, y con Briceño.

El plan era que Delgado y Briceño bajaran al Sur del Lago con la excusa de buscar unos esclavos que se habían escapado y comerciar con tabaco. De allí pasaron a Trujillo, donde se entrevistaron con Urdaneta y le hicieron saber que depondrían a los militares realistas de Maracaibo sin disparar un tiro.

Falsificaron unas órdenes del mariscal Miguel de La Torre, que asumió el mando español en Venezuela a la salida de Morillo, llevándoselas a Maracaibo. La nota decía que el batallón Balcárcel, único cuyos jefes no habían podido ser ganados para la República, debía salir como refuerzo hacia Coro. Cuatro mil pesos y las promesas de ascensos y premios por parte de Urdaneta ayudaron a convencer a los que jefes militares que se quedaban.

En seguida, las tropas patriotas en los límites de Trujillo con la provincia maracaibera, comandadas por el cubano José Rafael de Las Heras, se movilizaron a la capital del Lago. Bajo el manto de pasar a la Guajira, su objetivo real era llegar a Maracaibo una vez que el Gobierno de la ciudad proclamara su deseo de unirse a la Gran Colombia.

Cuenta el historiador Juan Besson en su Historia del Zulia: "El 26 de enero en la noche, la señora María de los Dolores Moreno, madre del presbítero Juan de Dios Castro, recibió en La Rita, de manos del señor Tomás Vega, un sobre cerrado para el Gobernador de Maracaibo, el cual debía de entregar al señor Antonio Castro (marido de la Moreno). Junto con el pliego recibió un fuerte colombiano, señal de autenticidad del documento cerrado".

"¡Viva Colombia!" era la clave, recibida a las 3:00 am del 28 de enero. Dos horas más tarde, el cabildo, reunido por el Gobernador Delgado en la Casa Consistorial (ubicada en lo que hoy es la sede de la Alcaldía de Maracaibo), publicó su acta de Independencia.

"Protestando como protesta ante el Ser Supremo la sinceridad y justicia de sus sentimientos, (el Muy Ilustre Ayuntamiento) debe en su consecuencia declarar como declara al pueblo de Maracaibo, libre e independiente del Gobierno Español". El paso estaba dado: la República triunfó.

Delgado escribiría al Libertador Bolívar: "Tengo el honor de anunciar a VE que a las 5 de la mañana del día de ayer, ha tremolado este pueblo el pabellón de la República, proclamando el MIA con las tropas de esta guarnición de mi mando y un gran concurso del pueblo, su absoluta independencia del Gobierno Español, como consta del bando y acta publicados".

Al día siguiente, las tropas de Las Heras desfilaron en las calles de la ciudad-puerto. Los uniformes azules y las banderas al viento, el griterío del pueblo y el saludo de los representantes del Ayuntamiento, sellaron la llegada de la Patria.

Después vendrían los enredos diplomáticos. La Torre acusó a Bolívar de haber roto el armisticio. Se excusó el Libertador en la decisión de las fuerzas de Urdaneta. Y el marabino se escudó en las palabras: "No he podido desentenderme de las súplicas de los habitantes de Maracaibo, fundado en que, si no es ilícito admitir mutuamente un desertor, un pasado, con mayor razón debe serlo un pueblo entero que por sí solo se insurrecciona y acoge a la protección de nuestras armas".

El golpe estaba dado. La guerra se reanudó, pero Carabobo, el 24 de junio de 1821; la Batalla Naval del Lago, el 24 de julio de 1823 y la toma de Puerto Cabello, el 8 de noviembre de ese mismo año, acabaron con el dominio ibérico en la nación.

De aquí, de las entrañas de la Tierra del Sol Amada, de las costas del Lago y de los montes de Perijá, de Altagracia y de La Rita, salió el Batallón Brillante, que bajo el sol de Carabobo dio su sangre por la libertad de Venezuela.

"El batallón Brillante, compuesto todo de maracaiberos al mando de su comandante José María Delgado (...) problemático habría sido el éxito de aquella batalla no obstante las combinaciones del Libertador y el arrojado valor de los Páez, Cedeños, Plazas, Mellados, etc", reza un documento que forma parte de las memorias de Rafael Urdaneta.

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