Cruzada en el Caribe: así vivió Venezuela la Segunda Guerra Mundial

Aunque Venezuela se mantuvo apartada de la Segunda Guerra Mundial durante buena parte del conflicto, los sentimientos de la población se colocaban al lado de las potencias aliadas, mientras que algunos compatriotas de alemanes e italianos se unían a las fuerzas del Eje.



La guerra comenzó el 1 de septiembre de 1939, con la invasión alemana a Polonia. Tres días más tarde, el presidente de la República, general Eleazar López Contreras, declaró el estado de neutralidad frente al conflicto, que entonces se denominaba europeo.

“Venezuela observará durante la Guerra la más estricta neutralidad, de acuerdo con las Convenciones de La Haya de 1907 y con los principios del Derecho Internacional, que establecen los derechos y deberes de las naciones neutrales”, indicó el comunicado del Ejecutivo federal.

No obstante, para 1940, un representante venezolano en Berlín visitó al ministro alemán Rudolf Hess. El 2 de marzo se realizó la entrevista, que duró 45 minutos, de acuerdo con las investigaciones de la periodista Naiky Florent. “Las conversaciones estuvieron centradas en generalidades sobre Venezuela y Alemania, sus relaciones culturales y la esperanza de ambos gobiernos en renovar un tratado de intercambio comercial”, indica la carta enviada por el personaje al canciller venezolano Esteban Gil Borges.

El ascenso del general Isaías Medina Angarita al poder, en 1941, generó un rumor (infundado) sobre la entrada de Venezuela en la guerra del lado de las potencias del Eje. Según la leyenda negra, el militar tachirense era partidario del fascismo, cuyo principal representante era el líder italiano Benito Mussolini.

En su primera alocución, Medina Angarita mostró cautela sobre el tema del conflicto bélico: “En el campo de las relaciones internacionales, deseamos continuar gozando del respeto, de la sincera amistad que hemos mantenido con las naciones extranjeras. A ellas y a sus gobiernos, dirijo en esta hora mi salutación cordial.

El bombardeo de la base norteamericana de Pearl Harbor, en el Pacífico, por parte de Japón (7 de diciembre de 1941), abrió las puertas del conflicto a los estadounidenses. El presidente venezolano Isaías Medina Angarita manifestó, en una alocución el 9 de diciembre, su solidaridad con el gobierno de Franklin Delano Roosevelt.

“Quienes con nosotros tratan, saben que pueden contar con nosotros. La línea de conducta por seguir es clara y no admite vacilaciones”, afirmó el general Medina Angarita. “En Venezuela, y desde Venezuela, no se atacará de forma alguna ni a los Estados Unidos ni a ninguna nación americana (…) la amistad de Venezuela con los Estados Unidos y demás países siempre ha sido leal”.

Un día después, el embajador de Washington en Venezuela, Franck Corrigan, informó que en la sede diplomática se recibieron adhesiones “de todas las clases sociales”. “El pueblo venezolano respalda moralmente a la gran democracia norteamericana”.

El 16 de febrero de 1942, el hundimiento de siete barcos petroleros de bandera venezolana, salidos desde Maracaibo y atacados por un submarino de la Marina de Guerra alemana cerca de la península de Paraguaná, enardeció los sentimientos del pueblo venezolano. Las víctimas nacionales eran cinco: un grupo de heridos fue traído a Maracaibo, y más de un centenar de personas lo recibió a las puertas del Hospital de la Caribbean.

El Gobierno de Medina Angarita envió una nota de protesta a la Administración nazi, a través de la delegación diplomática en Berna, Suiza; se congelaron bienes de ciudadanos germanos establecidos en el país y se arrestaron a casi 800 personas que apoyaban las políticas de Hitler, llegando a cerrar el Colegio Alemán de Caracas.

Un venezolano rindió la vida ante las tropas nazis: el caroreño Salvador Montes de Oca, obispo de Valencia hasta su expulsión del país en 1929, debido a choques con el general Juan Vicente Gómez.

Para 1944 Montes de Oca se encontraba en el monasterio di Farneta –Orden de los Cartujos-, en la Italia fascista. En la noche del 1 al 2 de septiembre de 1944 soldados nazis ocuparon el centro religioso, fusilando ocho días después a 12 monjes, entre ellos el venezolano.

La razón: se acusó a los dirigentes católicos de proteger a partisanos, guerrilleros que se encontraban en la zona, además de otros perseguidos políticos.

La muerte de Roosevelt, el 12 de abril de 1945, también fue muy sentida en el país. En Caracas, el Concejo Municipal rindió homenaje, el 15 de abril, a la memora del líder estadounidense en la Guerra, con una sesión solemne en el Concejo Municipal, con la asistencia del Gobernador del Distrito Federal; mientras, en la Plaza Bolívar de la capital, los partidos Acción Democrática y el Partido Democrático Venezolano llevaron a sus seguidores, con carteles alegóricos al fallecido presidente.

En la Librería Hollywood, de Maracaibo, se vendieron obras escritas por Roosevelt: el Deber de América ante la Nueva Europa (5 Bs.) y Mirando adelante (2 Bs.), además de la biografía del mandatario escrita por Emil Ludwig.

Mientras, en los teatros Baralt y Landia se emitía el Noticiero Fox Movietone, “con todos los detalles del entierro del Campeón de la Democracia, Franklin Delano Roosevelt”. La entrada para las funciones valían 1,50 y 1 Bs., y los horarios eran entre las 6:00 de la tarde y las 9:15 de la noche.

La muerte de Hitler y la caída de Berlín en manos de los aliados generó en la capital zuliana una alegría total. El 2 de mayo de 1945, PANORAMA informó sobre la muerte (aún se desconocía que había sido por suicidio, lo que se dio a conocer un día después), ocurrida el 30 de abril. Lanzó una edición extra, que fue “devorada” por los lectores, aglomerados en la sede del diario.

Una foto de un grupo de personas que buscaba los ejemplares extra dominó la portada del 3 de mayo. “El entusiasmo de nuestro pueblo por estos triunfos decisivos sobre el nazi-fascismo”, explicaba la fotonota, “empezó a desbordarse tan pronto se supo algo de las noticias que PANORAMA dio a conocer inmediatamente con todos los detalles recogidos en buenas fuentes por los corresponsales de la United Press en los frentes de guerra europeos”.

El 3 de mayo, en la Plaza Baralt, casi 15 mil personas celebraron la victoria aliada. “A las 3:00 de la tarde empezaron a llegar representantes de organismos comerciales y políticos”, rememora este diario, mientras que sus líderes hablaban desde el balcón del Hotel Victoria, a favor de los vencedores.

Incluso, uno de los cartelones mostraba una caricatura de Hitler, con las palabras: “Murió el perro rabioso”. El humor marabino también estaba presente. Se exhibieron, lanzando vivas, los rostros de Bolívar, el presidente Medina Angarita, el norteamericano Roosevelt, el premier inglés Churchill y el líder soviético Stalin.

Desfilaron, desde la Plaza Baralt, hasta las plazas Bolívar y Urdaneta, haciendo ofrendas florales. Llegaron hasta la iglesia de San Juan de Dios (aún no era la Basílica) y de allí volvieron a la Plaza Baralt, donde escucharon los discursos de Jesús Enrique Lossada, Fernando Chumaceiro (que era el presidente del llamado Comité hacia la Victoria, pro aliado), Jesús Paz Galarraga y Fermín Meoz Cepeda, entre otros.

Tras el cierre de las palabras, tocaron las bandas Bolívar y Urdaneta, “galantemente cedidas por el Ejecutivo del Estado y la Municipalidad del Distrito”, reza la crónica de PANORAMA. “En más de una ocasión, y durante el imponentes desfile, se interpretó la gloriosa Marsellesa, himno de todos los hombres que pagaron el rojo precio de la libertad”.


















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